Todos mis pacientes y esforzados lectores saben muy bien que no tengo el don de la brevedad. Me gusta trabajar con las palabras, pero me enrollo más que una persiana, perdiéndome en los innumerables matices de la realidad. Me gustaría poder cambiar el mundo con una sola frase, pero probablemente esa frase sería mentira. Dice Chesterton en boca de uno de sus personajes que la verdad tiene que ser forzosamente más extraña que la ficción, porque esta última es creación del espíritu humano y más afín a él. Ejem. Vale, también a veces me enrollo por pura pedantería.
Lo que quería decir es que me hubiera gustado saber redactar un panfleto mágico, un aleph militante que encendiera los corazones de la gente y que llenara nuestras mentes de razonamientos inquebrantables que nos llevaran de la mano a la huelga del próximo miércoles. No sé hacerlo, pero he querido al menos preparar un "resumen de batalla", que sirva de referencia general para los indecisos. Para quienes quieran profundizar un poco más, enlazaré con entradas anteriores de este blogs o de otros blogs amigos.
1. Es totalmente falso que fuera necesaria una reforma laboral para salir de la crisis económica. Es evidente que no ha sido la regulación del trabajo asalariado lo que ha provocado la crisis y no hay una verdadera conexión lógica que relacione estas medidas con la superación de esta situación. Todas estas excusas son mentiras. Y de las gordas.
2. El verdadero motivo de la reforma es la liberalización del despido. Y esto no sólo afecta al esta institución, sino a todo lo demás, porque la regulación del despido es la piedra angular del Derecho del Trabajo, dado que determina el marco de relaciones de poder entre empresario y trabajador. Todo el derecho laboral puede convertirse (aún más) en letra muerta. El resultado de esta flexibilización va a ser una clara degradación de la posición jurídica de los trabajadores.
3. El contexto de la crisis es muy propicio para emprender este tipo de ataques porque ahora es cuando los trabajadores son más débiles. Ahora es cuando nadie se atreve a mover ficha. Ahora es cuando crecen las legiones de desempleados. Ahora es cuando algunos pueden creer que con la reforma lo mismo pueden obtener trabajo. Ahora es cuando puede aprovecharse la ocasión para "hacer limpieza", esperando contratar en el futuro a los hoy desempleados con un régimen jurídico menos protector.
4. El despido se liberaliza en todas sus dimensiones. Se flexibiliza la causa hasta el máximo posible, se subvencionan las indemnizaciones y se reduce el impacto del incumplimiento de los requisitos de forma. Se ha llegado al indignante extremo de subvencionar con cargo a un fondo público las indemnizaciones de los despidos sin causa, a financiar los despidos "por la cara". Es decir, los poderes públicos están colaborando en la comisión de ilícitos. Por otra parte, las medidas que están supuestamente dirigidas a combatir el abuso en la contratación temporal son más simbólicas que otra cosa.
5. Aprovechando la ocasión, se han emprendido muchas otras modificaciones de las normas laborales, algunas de las cuales son también muy discutibles, como la regulación de las modificaciones sustanciales de trabajo o el nuevo régimen del descuelgue salarial.
6. Los cambios que se han incorporado últimamente en el Parlamento mantienen sustancialmente la situación anteriormente descrita, e incluso, lejos de suavizar el impacto para los trabajadores, lo empeoran.
7. Si no quieres ir a la huelga porque no te gustan los sindicatos convocantes, te estás equivocando mucho. Porque, aunque es verdad que los sindicatos pueden salir muy perjudicados de un eventual fracaso, los primeros perjudicados serían los trabajadores como clase. No está bien hacerse daño a uno mismo con tal de perjudicar a otro. Al margen de esto, la respuesta ante los problemas que podamos detectar en los sindicatos tiene que ser su transformación, no su aniquilación.
8. Si no quieres ir a la huelga porque piensas que va a ser inútil, también pienso que te estás equivocando. Esta huelga es importante para nosotros como personas y para los trabajadores como colectivo, con independencia de que tenga más o menos éxito. Es una danza de la guerra. Una ocasión para despertar de nuestro ensueño. Para salir de la "idiotez" de nuestro individualismo, que nos separa de la vida y de nosotros mismos. Si no nos encontramos ahora con nosotros mismos y con los demás, si no rugimos ahora, si no despertamos ahora, si no levantamos la cabeza frente a los abusos, sinceramente no sé cuándo lo vamos a hacer. Siempre dejamos la vida para mañana. Esta huelga debe ser un comienzo. De una nueva etapa en nuestra conciencia como personas y como trabajadores.
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Cuando la selección española jugaba -y ganaba- en el mundial, pude atisbar por un momento la belleza y el poder del pueblo unido en torno a algo, aunque realmente fuera en torno a algo bastante trivial. Había una fuerza indescriptible, imparable. Había en general un "buen rollito" muy interesante, unas relaciones más espontáneas y humanas, una pequeña muestra de cómo podrían tratarse las personas. Había una unión que, aún siendo nacional, no era excluyente: vi a los bolivianos en Madrid y a los guiris en Cádiz uniéndose a esa bacanal continua de donde brotaba una comunidad informe a la que no se le exigía pasaporte. La verdad es que tenía (sana) envidia de aquellos que eran capaces de vivir esas pasiones futbolísticas o patrióticas que a mí me dejan indiferente. Sería hermoso que el miércoles, unidos en torno a algo no tan trivial, pudiéramos contemplar y vivir aunque fuera una pequeña fracción de ese gigantesco poder que esconde el Pueblo subordinado y abatido.
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Vaya, creo que he vuelto otra vez a alargarme demasiado ;-)